Las emociones han sido un ámbito ignorado desde la psicología científica y, con frecuencia, desde la práctica clínica. Modelos como el conductivismo primero y después el cognitivismo desarrollaron su marco terapéutico de espaldas a este concepto. Afortunadamente las terapias de última generación han puesto las emociones y, sobre todo, la expresión en el cuerpo, en el epicentro de su intervención. Un claro ejemplo de esto es la terapia EMDR, donde sobre el ¿qué sientes? gravita gran parte de la intervención.
Pero, yendo al principio, ¿Qué son las emociones? La emoción es un concepto muy complejo, difícilmente observable y quizás, ambas cosas, es el resultado de que no se haya estudiado lo suficiente. La emoción es una sensación subjetiva vivida como un tipo de excitación psico-fisiológica. Es el resultado de la interacción de la percepción de los estímulos ambientales, las respuestas neuronales y hormonales y los pensamientos. Es una reacción global no como lo racional que está circunscrito a un punto o aspecto determinado.
Las emociones son innatas y universales y se pueden considerar la primera manera de comunicación. La comunicación que se produce entre la madre y el hijo es la base segura sobre la que se sustentará su desarrollo, no podemos desligar dos conceptos primordiales para la supervivencia, apego y emoción.
Partiendo de esta primera función bien podemos hacernos una idea de para que sirven:
Nos preparan para la acción
Forman parte de nuestro comportamiento
Regulan las relaciones con nuestros iguales.
Facilita la comunicación no verbal
Facilita las relaciones entre adultos y niños
Nos permiten responder con flexibilidad a las demandas del entorno
Y en definitiva, las emociones hacen que valga la pena vivir la vida.
Pero, con frecuencia, cuando la persona vive su emotividad de manera displacentera suele ser la primera causa de consulta psicológica. La terapia EMDR centra una gran parte importante de su intervención en localizar los eventos traumáticos donde se han quedado “enganchados” emociones que con el tiempo se vuelven catalizadoras de intensos estados de ánimo. Llegar al recuerdo que alberga el trauma y la emoción es la base de la terapia y de la recuperación.