La semana pasada publiqué una entrada en el blog sobre la violencia de género, extraída de una Guía propia que utilizo habitualmente para trabajar con mis pacientes. A continuación intento explicar como se produce el proceso por el que una mujer se encuentra atrapada en una relación de violencia. Lo he cogido íntegro, me ha quedado un poco extenso, pero no quería omitir información.
FASE 1
¿Cómo se desarrolla?
Cuando una pareja empieza la relación suele haber una fase mas o menos larga de bienestar y buen entendimiento. Esta fase está marcada por el enamoramiento, primando lo que se llama el “amor romántico”. “Todo es perfecto, él me adora y es extremadamente cariñoso, si, puede ser un poco celoso porque es normal cuando se quiere tanto”
En estos primeros momentos, a pesar de la armonía, puedes ir detectando algunos signos. Bueno, de ese te darás cuenta después, cuando, pasado un tiempo, te veas en la necesidad de analizar tu relación, mientras tanto, es normal no haberlo visto. Cuando empiezas una relación ponemos en ello lo mejor de nosotras y la propia “química del amor” a veces hace que no veamos algunos aspectos que en otras circunstancias nos habrían alertado. No te culpes de no haberlo visto, pero aprende.
Esos signos de los que hablamos pueden ser algunos de estos:
Necesidad de control: “Me preocupo mucho por ti, cuando llegues a casa por la noche me das un toque al teléfono”.
Propiedad: “Eres mía, por eso siempre estaremos juntos”.
Interés exagerado por a estar a solas: “Vámonos tu y yo solos, es como estamos mejor”
Manipulación: “Si me quieres…”; “Cuándo de verdad amas a alguien…”
A pesar de que todo va bien es frecuente que en esta fase el hombre se oculte, no muestre sentimientos y emociones, tampoco quieren escuchar tus quejas o demandas de comunicación.
¿Qué consigue con este comportamiento?
De manera sutil el hombre transmite el mensaje a la mujer de cómo quiere que sea la relación de pareja, de cómo quiere que sea su mujer, cómo quiere que se comporte con él y con el entorno. La mujer, con cuidado y para no contrariarlo, se empieza a amoldar a estás demandas, “qué trabajo me cuesta, es lo que él quiere, con lo que me pide lo hago feliz, es normal que renuncie a algunas cosas, lo hago por amor, a mi tampoco me parece mal”.
En estos momentos el hombre toma el control, está mandando el mensaje de que es superior y está por encima de la mujer, que sus deseos y demandas son más importantes que las tuyas. Este mensaje, al no ser contradictorio con la cultura y sociedad, con lo que nos han transmitido, no genera en la mujer rechazo, al contrario, el entorno le hace ver que es lo apropiado y lo correcto, que está sabiendo asumir el rol de mujer que le han inculcado.
FASE 2
¿Cómo se desarrolla?
La relación sigue avanzando, se entra en un nivel de mayor grado de compromiso y donde deben empezar a tomarse decisiones. En la convivencia surgen discrepancias o situaciones en las que es necesario llegar a acuerdos. La mujer intenta participar, conversar, dialogar, sentirse implicada, llegar a acuerdos, involucrarse en la gestión de la casa, del dinero, de los hijos, etc.
El hombre quizás se sienta amenazado, piensa que su pareja le esta queriendo mandar y se puede llegar a sentir ninguneado, no soporta que nadie le controle y le diga lo que tiene que hacer. Aquí empieza a manifestarse los primeros silencios, los primeros gestos de indiferencia y rechazo, negándote la comunicación. Si los problemas se acumulan la tensión ira aumentando y seguramente empiece la agresividad verbal, en modo de insultos, amenazas, humillaciones, etc.
¿Qué consigue con este comportamiento?
Seguir manteniendo el control de la relación y enviarte un mensaje claro de superioridad. Al mismo tiempo tú vas moldeando tu conducta y tus emociones a sus demandas, sentando las bases de la relación y mandándote el mensaje de que está dispuesto a seguir siendo el que manda utilizando cualquier recurso.
FASE 3
¿Cómo se desarrolla?
Si antes tu pareja no te quería escuchar, no había comunicación y parece que tomaba él todas las decisiones. Ahora, en esta fase, tú tienes la culpa de todo porque todo lo haces mal. La violencia psicológica y verbal se utiliza como una manera de comunicación habitual. Te estás acostumbrando a que te llame “inútil, todo te sale mal, eres tan tonta como tu madre, está cogiendo peso y no te sienta bien, etc”. El día a día se convierte en un continúo de reproches, humillaciones, insultos, amenazas, desvalorizaciones, etc. Sientes que solo tienes defectos y hagas lo que hagas te equivocarás. Te has vuelto insegura y retraída. Quizás esto finalice aquí, es decir, no crezca la tensión. Quizás con esta estrategia al maltratador le sirva para conseguir sus objetivos, porque ya es el “superior”. Su mujer hace lo que él quiere y es el “rey de la casa”, pero quizás tenga que ir más allá. Estamos hablando de que quizás en estos momentos aparezcan las primeras manifestaciones de violencia física, un empujón, un manotazo, …
Una autora ( Dana Crowley) ha definido este proceso como “silenciar el yo”. La mujer que vive inmersa en este proceso acaba sintiendo que sus opiniones no son válidas, que sus sentimientos son erróneos, que todo lo hace mal, que su pareja vale mucho más que ella y, como consecuencia lógica, empieza a ocultarse en la relación, a sacrificarse por los otros, a poner a su pareja delante de ella misma aunque eso le haga sentirse mal o le cree dificultades.