Un alto porcentaje de los pacientes que recibo cada año en mi consulta les diagnostico un problema de depresión. La depresión no es una novedad para nadie. Si una persona no la ha padecido, es casi seguro que conoce a alguien que sí. Hay 350 millones de personas afectadas en el mundo y para 2030 la Organización Mundial de la Salud (OMS) proyecta que el coste por discapacidad y pérdida de años de vida por esta enfermedad será más alto que el de cualquier otra condición, incluyendo accidentes, guerras, suicidios, cáncer e infartos. A esto se suma que alrededor de un 75 por ciento de los pacientes con depresión recae en algún otro momento. La depresión es como una enfermedad en la sombra que acecha a un alto porcentaje de la población española, de cualquier edad y cualquier condición, nadie está vacunado.
La depresión es un cuadro que, según la definición de la Asociación Americana de Psiquiatría, afecta a cómo una persona siente, piensa y actúa y causa sentimientos persistentes de tristeza y pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba. Pero la depresión no es un cuadro único sino que los dos manuales donde se recogen los trastornos mentales (DSM-V y CIE-10) hacen una clasificación en función del grado de afectación y la causa. Estos son los dos grandes grupos:
Trastorno depresivo mayor. Es un trastorno del estado de ánimo que provoca en las personas que lo padece un gran malestar psicológico y físico que resulta muy discapacitante, implicando un desajuste en la rutina diaria del que la padece y de los familiares que conviven con ellos. Este malestar físico y psicológico suele implicar insomnio o hiperinsomnio ( dificultad para descansar porque se duerme menos de lo que se acostumbraba o porque se duerme más); enlentecimiento o agitación psicomotriz (morderse las uñas, no poder quedarse quieto ni permanecer sentado, morderse los labios..); astenia ( sensación de debilidad física), sentimientos recurrentes de inutilidad o culpa; disminución de la capacidad intelectual ( problemas de memoria, atención y concentración, principalmente) y en muchos casos, pensamientos recurrentes de muerte o ideación suicida. El trastorno depresivo mayor es una enfermedad muy grave y debe tratarse tanto con psicofármacos como con terapia psicológica.
Trastorno distímico. La distimia es un tipo de trastorno afectivo o del estado de ánimo que a menudo se parece a una forma de depresión mayor menos severa, pero más crónica. Es decir, los síntomas son menos agudos y graves pero suele ser más duradera en el tiempo. Este trastorno depresivo afecta al cuerpo, al estado de ánimo y a los pensamientos. Este trastorno puede empezar muy pronto en la vida de una persona, incluso en la infancia, y afectar durante periodos muy largos de tiempo. La distimia responde muy bien a terapia psicológica.
La depresión, en cualquiera de sus formas, puede iniciarse a edades muy tempranas. A día de hoy se está empezando a diagnosticar incluso en la primera infancia, pero con frecuencia es muy difícil el diagnóstico ya que en este grupo de población la depresión tiene otros síntomas como quejas somáticas vagas o difusas, problemas con la alimentación, enuresis, etc. En la adolescencia, la sintomatología puede manifestarse como un comportamiento irritable-desafiante, con diversos trastornos de conducta asociados, entre los que se incluyen el consumo de sustancias psicoactivas, conductas parasuicidas, problemas escolaresm, etc.
En general puedo decir que la depresión es una enfermedad muy incapacitante y que genera mucho dolor y sufrimiento a la persona que la sufre y por su puesto a familiares y seres queridos. Al igual que otros muchos trastornos psicológicos, sobre ellos recae el estigma de no ser valorada ni reconocida justamente. Tener depresión no es lo mismo que sentir tristeza o estar decaído, ni tampoco es indicio de debilidad personal ni constituye un estado que pueda disiparse o modificarse a voluntad. Las personas que la sufren no pueden simplemente «recobrar el ánimo» y reponerse, hacer cosas que les guste para encontrarse mejor. Cuando la familia, con la mejor de las intenciones, hace estos comentarios y ejerce presión, hace que la persona con depresión se sienta culpable y empeore su sintomatología.
En mi consulta considero tan importante el tratamiento con los pacientes como ofrecer pautas y asesoramiento a las personas con las que conviven. Esta enfermedad es tan devastadora que requiere del esfuerzo de todo el núcleo familiar así como la intervención terapéutica familiar para que la persona pueda recobrar las ganas de vivir y disfrutar de la vida.