En este espacio, que casi está recién estrenado, quería abordar un problema que viene preocupando a muchas personas y en especial a aquellos que son padres y madres por lo vulnerable que son nuestros menores. En mi consulta cada día es más frecuente el abordaje de la adicción a las nuevas tecnologías en esta población, niños, niñas y adolescentes, con problemas de control en el uso de internet, móvil y videojuegos.
A menudo, lo que me estoy encontrando en terapia es que los padres consultan otro tipo de problema o trastorno en sus hijos o hijas (fracaso escolar, absentismo, problemas de sueño, trastorno de la conducta, ansiedad, problemas de relación, etc) y lo que nos encontramos una vez realizada la evaluación psicológica es un problema de consumo excesivo de algunos de los componentes indicados anteriormente de las nuevas tecnologías. Por supuesto, no detectado por la familia y negado o minimizado por los niños, niñas y adolescentes.
Las adicciones sin sustancias son conocidas como adicciones psicológicas y comportamentales y presentan muchas similitudes tanto en los mecanismos psicológicos por las cuales se instalan y mantienen como en el enfoque terapéutico con la adicciones a sustancias. Sin embargo, estas nuevas adicciones sin sustancias pasan más desapercibidas y son más aceptadas socialmente. Suelen ser consideradas procesos de uso habitual e incluso, en su justificación, necesarios, tanto para adultos, que utilizan la excusa del uso laboral, como en los niños y adolescentes, que las justifican por su vinculación al grupo de amigos y su necesidad para realizar las tareas escolares. Por lo que en ambos casos, la necesidad compulsiva de hacer uso de estas nuevas tecnologías queda “justificada” y, por tanto, aceptada familiar y socialmente.
Como ocurre con cualquier tipo de adicción, el elemento preventivo debe ser el más importante para no llegar al proceso adictivo. Esta prevención debería realizarse en el ámbito comunitario, educativo y, por supuesto, familiar. Algunas medidas preventivas para la familia podrían ser las siguientes:
- Retardar al máximo la edad de posesión del móvil e ir incorporándolo progresivamente a la vida del menor.
- Inicialmente utilizar en los móviles un servicio de prepago par tener mejor control.
- En los ordenadores y en internet, instalar programas de control parental y acceso a contraseñas.
- Mantener el wifi apagado en casa cuando “no se deba usar”, pautando con el menor el tiempo y momentos de acceso.
- Por supuesto, fomentar actividades en familia, momentos de juego e intimidad,así como promover a los niños y menores espacios de encuentro y relación con iguales.
Pero, lo que creo que es importante que conozcas, ¿cuándo pasa a ser un problema?. Esta claro que todas y todos hacemos un uso más o menos excesivo de la nuevas tecnologías. Los psicólogos describimos varias fases hasta llegar a la adicción: indiferencia, ocupación, preocupación, obsesión, compulsión y adicción. A continuación se indican las señales de alarma que nos pueden dar pistas sobre el uso patológico de estos medios en nuestros hijos e hijas:
- Privarse del sueño para estar conectado o jugando.
- Descuidar otras actividades, como el contacto con la familia, las relaciones sociales, el estudio o el cuidado de la salud (higiene, alimentación, etc)
- Pensar o hablar de la red o de videojuegos constantemente, aunque no se esté conectado, o incluso, sentirse irritado si no se puede acceder.
- Mentir sobre el tiempo real que se esta conectado o jugando al video juego.
- Sentir momentos de euforia o activación anómalos.
La resolución terapéutica es más corta y efectiva cuando se interviene tempranamente en el problema. Desde la psicología se aborda el trastorno desde diferentes abordajes terapéuticos, la terapia cognitiva conductual y el EMDR resultan altamente efectivos. Es importante que los padres y madres entiendan la gravedad del problema, que puede conllevar fracaso escolar, dificultades en la gestión emocional, déficit en la habilidades sociales y un largo etc. Todo ello, en una etapa evolutiva crucial en el desarrollo y conformación de la personalidad de nuestros menores.